jueves, 25 de marzo de 2010

Los periodistas del Grupo Clarín que protegen a su patrona, acusada de crímenes de lesa humanidad.



De eso no se habla, ni en el diario, ni en las radios, ni en los canales de TV.

Pero no es todo. Sobre la media noche del 23 de marzo, el canal TN puso en pantalla un “homenaje” a los padres de los desparecidos durante la última dictadura militar. Clara opción editorial de encubrimiento, pues mucho más profesional hubiese resultado un análisis profundo del significado político de un caso penal de acción imprescriptible, en el cual la principal accionista del grupo multimedios más poderoso del país, Ernestina Herrera de Noble, aparece como sospechosa de apropiación de bebes, sospecha que se convierte en certeza toda vez que, con la clara complicidad del Poder Judicial, se dilata la investigación que aclararía el asunto: un estudio de ADN.

Pero hay más, el mismo 24 a la noche, el emblemático programa A Dos Voces –siempre una editorial a favor de los intereses corporativos y difamatorio respecto del gobierno nacional- no sólo se mantuvo en la misma línea de silenciamiento, sino que prácticamente ignoró el discurso de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en la ESMA, en el que, con una invocación republicana sin precedentes en décadas de historia, se comprometió a llevar ante tribunales internacionales lo casos de lesa humanidad que la Justicia local siga demorando en forma cómplice con el terrorismo de Estado; entre ellos la investigación a la que está vinculada Ernestina Herrera de Noble.

Otra “curiosidad” del estilo periodístico de TN: durante el mismo día 24 de marzo, la cobertura de los actos multitudinarios por la Memoria y la Justicia fue llevada a cabo desde el ángulo “información de servicios sobre tránsito vehicular”, haciendo foco casi exclusivamente en qué calles de la ciudad estaban cortadas y cuáles no.

En un solo punto se equivocó la presidenta durante su histórico discurso del día 24: calificó al poder mediático de casi mafioso, cuando en realidad se trata de una estructura mafiosa, así a secas, y con pretensiones de inmunidad.

La inmensa mayoría de los periodistas del Grupo Clarín son trabajadores que no deben sentirse aludidos por la críticas que formulamos a la corporación –es más, ellos también son víctimas -, pero los que actúan como editorialistas a pedido y las estrellitas fulgurantes, “los periodistas del sobre”, son cómplices de complicidad canalla.

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